Al menos el 16 % de los niños muertos tenían menos de cinco años, lo que da cuenta de que la población civil está sufriendo en primera línea los estragos del conflicto.
La mayoría de las bajas infantiles se deben, de hecho, al uso de armas explosivas que «no discriminan entre civiles y combatientes, especialmente cuando se usan en áreas pobladas como ha sido el caso en Ucrania», ha señalado Russell en un comunicado.
Járkov es uno de estos frentes de batalla urbanos y de esta ciudad, situada en el este de Ucrania, huyeron Dana, de 29 años, y su hija Antonina, de dos. Dana explica a Save the Children que, antes de escapar, se refugiaron en un sótano.
La ONU estima que 3.1 millones de niños viven como refugiados, mientras que otros 3 millones han huido de sus hogares pero permanecen dentro de Ucrania, como desplazados internos. El desplazamiento es el patrón común de muchas de las historias que ha dejado esta guerra.
Rasha, por ejemplo, cuenta a UNICEF que ya huyó de la guerra en Siria cuando tenía siete años y ahora la tragedia se repite. «Nunca imaginé que volvería a suceder», afirma.
También Vira y sus hijos se vieron obligados a huir. En su caso, aguantaron todo lo que pudieron en un sótano de Zaporiyia y ahora viven como desplazados en Leópolis, con graves dificultades para adquirir los productos más básicos debido a la subida generalizada de los precios.